Entre nuestros derechos, además de la calidad de vida y participación ciudadana, se encuentran también los derechos culturales, garantizados en la Declaración Universal de los Derechos Humano (1948):
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Artículo 22
Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho
a la seguridad social y a la satisfacción de los derechos económicos, sociales
y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su
personalidad.
Artículo 27
Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en
la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el
progreso científico y en los beneficios que de él resulten.
Estos derechos, que nos dan ciudadanía cultural, abarcan mucho más que los esporádicos espectáculos y las celebraciones públicas tradicionales, como las fiestas costumbristas. La ciudadanía cultural depende del conocimiento de nuestro territorio y de la enseñanza de los derechos culturales.
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En nuestro Yungay la práctica y difusión artística hasta los años '90 era cultivada fundamentalmente en las escuelas y liceo de la Comuna. La participación comunitaria era mucha y conducida por profesores como Simón Muñoz, Walter Arriagada, Tomás Anguita, Elcías Caamaño, entre otros maestros. Había poco conocimiento respecto de nuestra cultura, las expresiones predominantes eran la música y las danzas folclóricas de la zona central. Otras expresiones (poesía, pintura, fotografía, teatro, etc.) sólo estaban al alcance de quienes podían viajar a Chillán o Concepción.
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Hoy Chile es más rico y las expresiones artísticas y culturales están a disposición en diversos medios y formatos. Nuestro Yungay también puede tenerlas en sus distintos espacios y sectores geográficos, porque tenemos mejores caminos y el Estado, en parte, ha asumido el financiamiento para que muchos puedan acceder al disfrute de conciertos clásicos y de rock, concursos literarios, funciones de teatro y cine, exposiciones de artes visuales, etc.
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Un mejor Yungay es posible, en este caso teniendo más y mejor formación cultural, conocimiento y acceso a esos quehaceres, tanto de producción local, nacional como internacional, y devolviendo el valor y aprecio a lo hecho y preparado en nuestra Comuna, como fueron: las fiestas de la primavera, la semana yungayina, los festivales estudiantiles y otras actividades en las que estudiantes, vecinos y profesores trabajaban mancomunadamente para preparar y presentar espectáculos comunitarios notables. Sí, Yungay tenía bastante autonomía cultural, la que hoy necesitamos recuperar para destacar lo nuestro.
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Héctor Campos Molina
camposmolina.blogspot.com